Hace un año hoy, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) empezó a implementar una política que hace que nuestro sistema de inmigración sea más representativo de nuestros valores como nación. En esta fecha, el DHS empezó a aceptar solicitudes para la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés), una política que provee a los jóvenes quienes fueron traídos a Estados Unidos de niños protección provisional para que no puedan ser deportados si pueden demostrar que cumplen varios criterios.
Al quitar la amenaza de deportación para los jóvenes traídos a este país como niños, conocidos como “Dreamers”, el DHS ha podido enfocar sus esfuerzos para aplicar la ley en las personas quienes son un peligro para nuestras comunidades en vez de en los estudiantes que están obteniendo una educación y quienes quieren mejorarse a sí mismos y a sus comunidades. Como dijo el presidente cuando se anuncio esta política, “Ellos son estadounidenses en sus corazones, en sus mentes y en todos los sentidos menos uno: en papel”.
Porque la administración actuó, cientos de miles de jóvenes ambiciosos y trabajadores han podido salir de las sombras sin tener que vivir con el temor de la deportación. Empezando el 31 de julio, más de 430,000 jóvenes han recibido la acción diferida. Estos jóvenes no son sólo números, sino estadounidenses con potencial y cada uno su historia única. Como nos recordó el presidente el junio pasado,
“Póngase en sus lugares. Imagínese que usted ha hecho todo correctamente a lo largo de su vida, ha estudiado duro, trabajado duro, a lo mejor se graduó el primero en su clase, sólo para repentinamente encarar la amenaza de ser deportado a un país que no conoce en lo absoluto, con una lengua que pueda que no hable”.
Durante este año, el presidente, el vicepresidente y otros oficiales de la administración han tenido la oportunidad de conocer a personas que han recibido el DACA, incluyendo a:
Mientras que esta política fue un paso importante que el DHS tomó para asegurarse de que está usando sus recursos de la manera más eficaz, el presidente ha dejado claro que una acción administrativa como ésta no puede proveer lo que necesitan los Dreamers, o lo que necesita en efecto este país, que es una solución permanente. El DACA no es un beneficio de inmigración, es un ejercicio de la aplicación de la ley; no provee un estatus legal permanente y no provee un camino a la ciudadanía. Hace catorce meses cuando la DHS anuncio el DACA, el Presidente Obama dijo que los Dreamers merecen algo mejor que tener que planear sus vidas de dos años en dos, y tenía toda la razón.
El Senado ha actuado al aprobar un proyecto de ley bipartidista de reforma migratoria. Es hora de que actué la Cámara de Representantes. Necesitamos una reforma migratoria de sentido común que provea un camino a la ciudadanía ganada, no sólo para los Dreamers y sus familias, sino también para todos aquéllos quienes buscan obedecer la ley, pagar sus impuestos y continuar contribuyendo a este país.
Por otra parte, los costos económicos de la inacción son demasiado altos para demorarse. Esta semana, la Casa Blanca publicó un informe para hacer el argumento económico para una reforma migratoria con sentido común y para subrayar los beneficios económicos de proveer un camino a la ciudadanía ganada a los 11 millones de inmigrantes indocumentados viviendo y trabajando en la economía sumergida de Estados Unidos hoy en día.
De acuerdo con cálculos externos, el proveer la ciudadanía ganada a los trabajadores inmigrantes indocumentados incrementaría sus salarios y, en diez años, incrementaría el PIB por $1,4 billones, incrementaría los ingresos para todas las personas en Estados Unidos por $791 mil millones, generaría $184 mil millones en ingresos fiscales estatales y federales adicionales de parte de los inmigrantes indocumentados actuales, y añadiría alrededor de 2 millones de trabajos a la economía de Estados Unidos.
Alan, Tolu y Kevin son un ejemplo la esencia de por qué la reforma migratoria con sentido común es tan importante. Pero no sólo para ellos, sino también para nuestras familias, nuestras comunidades y nuestra economía.
Hoy marca un escalón importante, pero nadie debe confundir una acción ejecutiva como ésta con una solución a nuestros problemas de inmigración. La acción más importante será cuando el Congreso mande un proyecto de ley al escritorio del presidente para su firma. Como dijo el presidente en una ceremonia de naturalización el marzo pasado, “La hora a llegado para una reforma migratoria comprensiva y sensible. Estamos dando pasos positivos pero tenemos que acabar el trabajo”.
Cecilia Muñoz es la Directora del Consejo de Política Doméstica
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