Actualmente, hay muchos jóvenes inmigrantes que fueron traídos aquí por sus padres en busca de una vida mejor. Estos jóvenes prometedores se criaron aquí y consideran que este país es su patria. Ellos merecen una oportunidad y sus padres también la merecen.
El sábado hará un año que el Departamento de Seguridad Nacional tomó acción para eliminarles la sombra de la deportación a los jóvenes elegibles, a quienes normalmente les llamamos los “DREAMers”, de manera que ellos puedan contribuir plenamente a nuestra economía y a nuestra sociedad. Este proceso se conoce como Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA).
DACA es solo una de las muchas medidas tomadas por el Departamento de Seguridad Nacional para hacer que nuestras políticas de cumplimiento migratorio sean más sensatas y más eficaces para concentrarnos en nuestras prioridades. Todas esas medidas garantizan que nuestro cumplimiento migratorio puede concentrarse en las personas de alta prioridad para deportación en lugar de atascar el sistema con casos de baja prioridad.
Aquellos que han sido aprobados para la acción diferida incluyen jóvenes honestos y productivos que están listos para servir en agradecimiento al único país que han conocido en su vida y en el sentido más pleno posible. Ellos son americanos en todo aspecto menos en papel. Como lo ha dicho el Presidente muchas veces, no tiene sentido devolver a jóvenes productivos a países donde es posible que no hayan vivido ni en los que siquiera hablen el idioma.
Aunque DACA es un paso importante hacia delante, la única manera de tener una solución duradera es que el Congreso apruebe una reforma migratoria de sentido común que incluya un camino a ganarse la ciudadanía. Elogiamos el debate actual sostenido por el Senado sobre un proyecto de ley de reforma migratoria de sentido común que tiene apoyo bipartidista.
Esta legislación no se trata solo de política, sino que se trata de la gente. El Presidente y el Vicepresidente se reunieron recientemente con algunos DREAMers y con los hermanos y cónyuges de algunos inmigrantes indocumentados, para escuchar directamente las historias de los afectados diariamente por el sistema de inmigración de nuestra nación que no funciona.
Una persona que participó de esa reunión fue Kevin Lee, un receptor de DACA que actualmente vive en Los Ángeles, California. Sus padres emigraron de Corea del Sur a California en 1999 cuando Kevin tenía 9 años de edad. Este se graduó de la Universidad de California en Los Ángeles y tiene una licenciatura en Historia y una especialización secundaria en Humanidades Asiáticas. Con su entendimiento de las dificultades que encaran los inmigrantes recientes, Kevin tomó recientemente sus exámenes LSAT (para la escuela de derecho) con la esperanza de obtener un título de abogado para poder servir y hacerse defensor de su comunidad.
Yo también me gradué de UCLA. Estoy segura de que Kevin y yo caminamos por las mismas calles en el recinto universitario, estudiamos en las mismas bibliotecas, y frecuentamos los mismos cafés durante los recesos tomados tarde en las noches de estudios para los exámenes finales. Cuando veo la historia de Kevin captada aquí, no puedo dejar de imaginarme lo que hubiera sido su vida si no hubiera tenido que preocuparse diariamente sobre su condición de indocumentado. Imagínense cuánto más podrá él lograr cuando se promulgue la reforma migratoria de sentido común.
Kevin no está solo. El forma parte de un grupo que solo quiere tener la oportunidad de ganarse el camino a la historia americana. Esperamos que el Congreso responda a su llamado.
Felicia Escobar es Directora Principal de Política de Inmigración en el Consejo de Política Nacional de la Casa Blanca