Esta semana, tuve el privilegio de hablar en la ceremonia de naturalización de Alexandria, Virginia.
Celebramos un hito extraordinario para 26 personas -ciudadanos de los EE. UU.
Fue un día de celebración, y un día para el recuerdo.
Hace once años, en una cálida, luminosa y soleada mañana de otoño, nuestro país sufrió uno de sus momentos más oscuros.
Ninguno de nosotros olvidará nunca dónde estábamos cuando se produjeron los ataques. Yo estaba viendo el Today Show mientras mi hija se preparaba para ir a la escuela. Después de oír la noticia de que el primer avión había chocado contra la Torre del Norte, mi hija y yo nos sentamos juntas en su cama, agarrándonos las manos, y mirando sin poder creerlo cómo el Vuelo 175 chocaba contra la Torre Sur.
Durante los días que siguieron, todos los estadounidenses quedaron profundamente conmovidos por la increíble lluvia de solidaridad y apoyo que recibimos de todo el mundo por la devastación que habíamos sufrido.
Al señalar el aniversario del 11 de septiembre, recordamos a aquéllos que perdimos. Recordamos a los 2.753 muertos en Nueva York, a los 184 muertos en el Pentágono y a los 40 muertos en el Vuelo 93.
Recordamos el heroísmo de los primeros que acudieron, sin dudarlo y muy valientemente, corrieron dentro de las Torres Gemelas para ayudar.
Estamos muy agradecidos a nuestros militares, hombres y mujeres, que han luchado durante años para mantener a nuestro país a salvo y para proteger nuestras preciadas libertades, así como a aquéllos que han sacrificado sus vidas defendiéndonos.
Para nuestros nuevos ciudadanos, su presencia ayer en el ayuntamiento es un testamento de la promesa del sueño americano. Es el sueño que dice que no importa de dónde son, de dónde vienen, cuál es su apellido, a quién aman, si vienen aquí y trabajan duro, si se les da la oportunidad de jugar con las mismas reglas y creen en ustedes mismos, si abrazan el espíritu de las posibilidades infinitas, como dijo el Presidente Obama, entonces pueden conseguir el éxito en este gran país, si lo intentan.
Por eso es también por lo que señalamos el 11 de septiembre como Día Nacional de Servicio y Recuerdo. Porque somos una familia americana que cree esencialmente que yo soy el que cuida de mi hermano. Yo soy el que cuida de mi hermana. Y nos cuidamos el uno al otro, cada día.
Honramos la memoria de aquéllos que perdimos el 11 de septiembre dando la bienvenida a nuevos miembros a nuestra familia.
Como nuestros nuevos americanos, nos recuerdan lo preciosa que es la ciudadanía, cuánto vale y por qué vale la pena protegerla y por qué nunca debemos tomarla por regalada.
Ellos nos recuerdan que la ciudadanía no es solo una colección de derechos, sino también un conjunto de responsabilidades mutuas y vinculadas de manera inextricable. La promesa de América es un regalo. Y sin embargo, solo prosperamos si cada uno de nosotros hace su parte.
Nuestros nuevos ciudadanos vienen de cada esquina de la Tierra, 21 países representados. De hecho, ¡el único continente sin representación fue la Antártica!
De Australia a Perú, de Brasil a Vietnam, cada uno ha elegido un camino en su exclusivo viaje que les ha llevado a este hito extraordinario. Vinieron ayer juntos para celebrar su nueva identidad compartida, como compatriotas estadounidenses.
Algunos vinieron a este país siendo niños, porque sus padres quisieron darles una vida mejor en la tierra de la oportunidad sin fin. Otros viajaron hasta aquí siendo adultos, sufriendo dificultades y sacrificios, para mantener a sus familias.
La fuerza de América siempre ha venido de la gran diversidad de nuestro pueblo, y de nuestra honradez fundamental. Al dar la bienvenida a nuestros nuevos ciudadanos, recordamos las palabras del Presidente Obama de ayer por la mañana cuando habló en el servicio conmemorativo en el Pentágono: “Las escrituras nos lo dicen” dijo, “ ‘Que no te venza la maldad, pero vece la maldad con la bondad.’ No existe mejor manera de honrar lo mejor de aquéllos que murieron que descubrir lo mejor en nosotros mismos”.
Ayer, les dimos la bienvenida a 26 ciudadanos más a nuestra familia americana. Por ellos y por todos nosotros, continuemos descubriendo lo mejor en nosotros mismos para un mañana más brillante en este país que tanto amamos.
Valerie Jarrett es Consejera Principal del Presidente Barack Obama.